Mujer Maravilla 1984, crítica

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Mujer Maravilla 1984
Cuidado con lo que deseas
Por Erick Estrada
Cinegarage

Patty Jenkins vendió espejos. En la primera Mujer Maravilla (EUA-Reino Unido, 2017) hizo pasar como humor progre lo que, ahora lo vemos, era en realidad un simple doble sentido que quitó kilos de solemnidad al desgastado universo de super héroes en el cine pero que no le alcanza a darle simpatía a esta segunda parte.

Ansiosa de mística, de heroísmo y de épica la película juega el no menos manoseado truco del prólogo flashback (recordemos que en la lluvia de ideas para elaborar esta historia se encuentra Zack “mis películas son eternas” Snyder): conocemos de nuevo a Diana en sus años mozos, una chica que a la mala se entera de que el camino fácil no es el que mejores resultados da y jamás debe ser la primera opción.

¿De qué nos sirve ese prólogo si en el equipo de la película está presente Zack “voy a explicarlo todo más de una vez” Snyder? Es decir ¿Para qué nos ponen un prólogo que explica lo que la película quiso tener como bandera discursiva? Lo hace porque la película carece de elementos (cinematográficos y dramáticos) para construir mística y épica y en consecuencia para concretar su discurso. Eso es tan claro que Jenkins pudo (y puede) eliminar por completo esos primeros ¡10 minutos! y WW84 no sufriría cambios (ni a favor ni en contra).

Esa es la pena mayor de la película. Igual que su prólogo todo es accesorio en WW84. Y en una triste paradoja en cada uno de sus torpes capítulos la película opta por el camino fácil ignorando desarrollos, transformaciones, vomitando maniqueísmo para evitar la profundidad y se enfila ansiosa a la secuencia de acción fan service estridentista, a la ilusión antes que a la elaboración.

En esa simplicidad están todos los personajes que no son Diana (a quien por cierto ya conocíamos) o Maxwell Lord (aborrecible caricatura del Gordon Gekko y su ambición en la que se encarna el diablo de los ochenta igual que el culto a la personalidad). El resto en el que se incluye a Steve Trevor (que por cierto aquí juega el mismo papel que tuvo Diana en la primera película, la del despistado descubriendo un mundo nuevo) y la villana sacada de la manga (Kristen Wiig es quizá lo mejor de la película) son meros accesorios, boyas que nos dicen hacia dónde (evidentemente) va la anécdota sin aportar nada a la profundidad de la misma.

En este viaje despavorido entre obviedades se ven posibles puntos a tratar en una película que acobardada los evade sin recato: el papel de los medios y la post verdad, el culto a la personalidad, la ambición por el poder, el ascenso imparable del consumismo. Todo es dejado de lado por una película que tras ignorar sus propios puntos tampoco puede justificar que esa anécdota ocurra en el corazón de la década de los ochenta excepto por su final en el que se materializa con descaro al más grande club de los optimistas de los últimos años.

No hablaremos del símbolo involuntario de la película: un falo de material mágico que concede deseos a diestra y siniestra. Tampoco profundicemos en el hecho de que la nueva mujer empoderada de la historia se transforma en un monstruo irrefrenable. Es obvio que un producto ultra industrial ni siquiera pudo hacer eso a propósito.

Lo hace. Pero este salto de capítulos desarrollados con la torpeza de una escaleta escrita a media borrachera no merece ser tampoco señalado por eso. Es justo el mundo del que nos ha llegado.

Cuidado con lo que deseas. Una segunda parte de La Mujer Maravilla estuvo en la carta a Santa Claus de muchas y de muchos. He aquí el resultado.

CONOCE MÁS. Esta es la crítica de Erick Estrada a El profesor Marston y la Mujer Maravilla.

Mujer Maravilla 1984
(Wonder Woman 1984, EUA-Reino Unido-España, 2020)
Dirige: Patty Jenkins
Actúan: Gal Gadot, Chris Pine, Kristen Wiig, Pedro Pascal
Guion: Patty Jenkins, Geoff Johns, Dave Callaham
Fotografía: Matthew Jensen
Duración: 151 minutos.

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