Colosio, el asesinato. Película de la semana.

Colosio, el asesinato
Los hilos y las marionetas
Por Erick Estrada
Cinegarage

Hacer un thriller político no es nada sencillo. Hacerlo basado en hechos reales que después se covertirán en ficción quizá complique las cosas bastante más. Sumemos que en la historia los muertos, los implicados, los afectados tienen peso político e histórico y que de todo ello debe reunirse en una película de dos horas. Nada fácil, pero Carlos Bolado decidió entrar al juego y a su proyecto fílmico lo tituló directa y claramente Colosio, el asesinato.

Dos cosas se puden deducir de ese nombre. La primera es que Bolado recreará -o se acercará dramáticamente- al asesinato de Luis Donaldo Colosio, que en 1994 siendo candidato a la presidencia de México por el PRI, fue asesinado en Tijuana. Eso lo consigue. En segundo lugar, que del asesinato elaborará un thriller político, y esa es la intensión clara desde el primer momento de la película. El problema es que nunca se nos aclara para qué se iba a hacer todo ello y esa pregunta es pertinente tomando en cuenta algunos puntos de la cinta.

Descifrar los juegos de poder a través de la ficción es un ejercicio tan elaborado que los casos que lo consiguen podrían sonar desmesurados al ser comparados. Aquí aparece el referente, JFK, de Oliver Stone: el asesinato de un político importante desata una investigación que se enturbia conforme pasan los días y que concluye en medio de dudas y teorias improbables acomodadas para ocultar la cara de los responsables; de ella un director (Stone) fabrica una recreación de los hechos, ficcionando personas, momentos y situaciones y proporcionando una conclusión clara y musculosa, sin restar un gramo las características del género, es decir, tensión, turbulencias, crítica y señalamientos, nombres y fechas, causas y consecuencias.

Colosio el asesinato, por situaciones que no vienen al caso (según su propio director intimidación a la producción), prescinde de la utilización de los nombres de personajes reales usados en su ficción; y después, al bautizarlos con tibieza (o auto censura noventera dirán otros) provoca su máximo error: despistar tanto a quien quiere entrar a este thriller, como a quien ignora lo sucedido en esos años. La película forza al espectador a rearmar nombres y situaciones que, en un afán meramente didáctico, debieron estar más presentes en su guión, al que por otro lado, le sobran situaciones y personajes que, paradójicamente, enturbian las conclusiones de Bolado sobre un caso ya suficientemente opaco.

Un ex militar encubierto comisionado a concretar una investigación paralela para conocer los motivos del asesinato y a través de ellos encontrar a los culpables es, sí, un vehículo eficaz para adentrarnos en los pantanos del poder en el México de los noventa; pero el guión atora su fortalecimiento a fuerza de enfrentarlo a veces a situaciones reales, otras a unas ficticias, sin que haya un personaje que nos dibuje una frontera para diferenciar qué parte de lo que se narra es ficción y qué parte ocurrió en realidad.

Este ex militar está casado con una periodista y esa era, quizá, la voz que Bolado debió usar para establecer esa frontera. El guión opta por darle a esta pareja (ya improbable dado el origen de ambos) un toque de melodrama que desinfla por completo un elaborado final que tenía todos los elementos para recuperar el valor que se pierde en la confusión (la real y la supuesta por la película).

El thriller político debe profundizar en los hilos y en las marionetas que estos mueven. En Colosio y a pesar de momentos realmente buenos a cuestas de un reparto alucinante, de despuntes en los que uno siente que la película llegará muy abajo (o muy arriba dependiendo el punto de vista), se deciden a concluir la narración con la familia del ex militar y un toque de melodrama mexicano que desvía la atención de todo aquello que apuntaba el nombre de la película y de las dos ideas que de él se desprenden. Mal tino.

Sin embargo, concluyamos y supongamos libremente la respuesta al para qué se hizo todo este esfuerzo. La denuncia es muy susurrada, la crítica y el desenmascaramiento de una clase política retrógrada y violenta es acallada por un descuido del guión (la familia del ex militar), pero el acercamiento al asesinato de un candidato a la presidencia de México en un año como este (2012), en las circunstancias que vive el país, representa una oportunidad de oro para el realizador para, por lo menos, abordar el tema. Carlos Bolado ya lo hizo, ahora la oportunidad rebota hacia los espectadores.

En ellos, principalmente en quienes no vivieron estos acontecimientos, en quienes no habían nacido cuando esto ocurrió, queda la responsabilidad y la curiosidad de investigar los nombres y las fechas que la cinta deja pasar, de regresar y ver el país que era México hace 18 años. Sumemos que en cartelera la película de Bolado convivirá con Gimme The Power (más didáctica) y El lenguaje de los machetes (mucho más pasional), a las que se hermana por múltiples e impredecibles pero oportunas circunstancias. Es en pocas palabras algo inaudito no sólo en la cartelera mexicana sino en el momento histórico que se vive. Ahí encontraremos más de un motivo para ver esta película. Háganlo.

Colosio, el asesinato
(México, 2012)
Dirige: Carlos Bolado
Actúan: Enoch Leaño, Daniel Giménez Cacho, Kate del Castillo, Odiseo Bichir
Guión: Hugo Rodríguez, Carlos Bolado
Fotografía: Andrés León Becker