Un reino bajo la Luna
La película de Sheldon Cooper
Por Erick Estrada
Cinegarage
En medio de encuadres medidos al milímetro,
de coreografías que desplazan a su cámara y actores con la precisión de los mejores musicales, de una historia elemental e incluso naif, Wes Anderson contraataca rearmando su universo, uno de situaciones incómodas que implotan en lugar de salirse de control y de personalidades bizarras que acentúan ese razgo a través de su lado tierno, porque si algo ha demostrado el cine ultra intelectualizado de Anderson, es que bajo esos parámetros, hasta lo más bizarro tiene un lado sutil para quererlo.
Moonrise Kingdom no es la excepción… el nombre la delata ya como una propuesta andersoniana y desde la primera secuencia queda claro que de poder, entraremos en su mundo fascinante y calculado, de diálogos que descontrolan pero que, nuevamente, dejan todo en su sitio para que el recado sea entregado.
A Wes Anderson se le puede acusar de muchas cosas y yo, de entrada, puedo señalar(me)le de que con tanto cálculo y tanto cuidado en sus histéricas disertaciones me niega siempre la visa a su planeta, uno donde normalemte nada es lo que parece y en el que nunca nadie peligra en realidad. Prefiero el cine con riesgos pero, en este caso, no niego el riesgo de entregar una película que en apariencia tiene controlado hasta el último segundo de sus créditos finales.
En los iniciales (los créditos) Anderson deja claro que su película, así de naif y de ligera, tendrá toda la mecánica complejidad de una orquesta, es decir, de nuevo nada es lo que parece. En una simple historia de amor encierra como en un reloj de precisión todas las histerias y miedos, todas las fobias y los desencantos que padecemos como sociedad y que, ese es otro gran acierto de la película, vienen de muy atrás.
Sus encuadres denotan la influencia de los de Kubrick y el desarrollo de su historia pretende el encanto de muchas narraciones de Billy Wilder, pero en su mundo todo se transforma en un estilo que en Moonrise Kingdom queda tan al descubierto como sus movimientos de cámara, que nos mecen el encuadre de lado a lado, como el metrónomo que rige a la orquesta con la que comenzó todo.
El mundo adulto insertado en el infantil y viceversa, la rebelión de los débiles, el escape frustrado, las convenciones sociales, todo está acomodado en un mundo simétrico, ultra estilizado, insistentemente naif, de ropa tejida y una cámara que vuela en travellings suaves pero recurrentes. En ese choque es donde sale lo bizarro, lo alterado de sus personajes, la violencia de terciopelo que tanto le ha funcionado. Es también, en sus palabras y en sus actos, la película que habría dirigido Sheldon Cooper… o su hijo.
Las perspectivas se transforman en juegos ópticos y los personajes se camuflan en escenografías ilimitadas (hasta el bosque parece acomodado para que Anderson arme su encuadre). Es el juego de mecano hecho película, el encuadre hecho artificio pero negando el poder oscuro de los amos en ello (los expresionistas) en busca de que descifremos su por qué.
Moonrise Kingdom es una película tan obseviva que se vuelve laberíntica (al contrario de otras que nacen intencionalmente laberínticas dejando ver las obsesiones del director) y en esa desorientación de encuadres perfectos y paletas de color hilvanadas con detalle, nos pide acomodar el resto, lo que sus personajes gritan en altavoces y no puede oírse. Es sin duda su película más participativa, aunque parezca lo contrario: tanto control de su parte nos exige tomar partido y eso es lo difícil en ella. O acaso ¿se puede uno quedar con sólo un instrumento de la orquesta y cerrar el oído a todos los demás? Aquí tampoco.
Un reino bajo la luna
(Moonrise Kingdom, EUA, 2012)
Dirige: Wes Anderson
Actúan: Jared Gilman, Kara Hayward, Bruce Willis, Edward Norton
Guión: Wes Anderson, Roman Coppola
Fotografía: Robert D. Yeoman
Duración: 94 min.
Joaquin Rodriguez como te extraña este blog.
Ni siquiera mencionas de forma clara el contenido de la película, usas puros eufemismos que nos dan a entender tu nulo entendimiento del filme….mejor visiten Filmaffinity, ahí si hay buenas críticas.
Esta es de las películas que valen la pena totalmente verse en el cine. Los encuadres geométricos de Anderson son impresionantes. La coreografía en pantalla es admirable. Los colores luminosos tirando a amarillos y naranjas todo el tiempo van en contracorriente con la tensión de la historia, una historia de amor prohibido y una huída condenada al fracaso. ¡Y la música! Excepcional. Totalmente recomendable.
De igual manera, me pregunto yo.. ¿y por qué sería la película de Sheldon Cooper? No soy muy fanático de ese personaje pero creo que no tiene nada que ver con la película.
Y ¿por qué sería la película de Sheldon Cooper?